martes, 15 de marzo de 2011

Polvo negro de coco

La calidad del agua en nuestras casas es, en muchos casos, una de las razones por las que compramos agua embotellada para beber. Si bien comprar el agua es una opción muy buena para tal necesidad también lo es usar métodos de depuración.

Posiblemente el método más común para depurar el agua que bebemos en nuestras casas sea la jarra con filtro. Esta jarra tiene un funcionamiento muy sencillo, simplemente rellenamos un depósito superior con agua del grifo y esperamos a que esta pase a un segundo depósito en la parte inferior a través de un filtro. El resultado es un agua libre de malos olores y sabores que en mi opinión nada tiene que envidiar a las comerciales.

¿Cómo funciona este filtro?, o mejor aún, ¿qué tiene dentro?. Pues la respuesta es carbón. Un carbón activado producido por la cáscara de coco.

El carbón activado se consigue sometiendo el material a unos procesos específicos de combustión a altas temperaturas. Con estos procesos se obtiene un tipo de carbón con una porosidad sorprendente y una particularidad especial, la capacidad de adsorber.

Decimos que un cuerpo tiene la capacidad de adsorber, en este caso el carbón,  cuando es capaz de atraer y retener en su superficie las moléculas o inoes de otro cuerpo, en este caso el agua. Así es como el filtro logra eliminar los olores y sabores no deseados.

Por otro lado la porosidad resultante del proceso tiene un papel fundamental para la adsorción ya que proporciona a las moléculas un espacio donde adherirse. Sin esta microscópica porosidad se necesitaría mucha cantidad de carbón para filtrar apenas unos litros, y no es el caso, ya que los filtros de estas jarras pueden llegar a durar meses. Entonces ¿cómo puede un filtro tan pequeño depurar tal cantidad de litros?

Pues la respuesta está en que un único gramo de este polvo negro puede llegar a tener una superficie útil para la adsorción de más de 2500 metros cuadrados, la superficie de 10 canchas de tenis.


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