El submarino, desde que se inventó, ha ido perfeccionándose gracias al avance de la tecnología. Los más espectaculares son sin duda los submarinos militares, gigantescas máquinas que surcan las profundidades incorporando lo último en tecnología y diseño, pero desde el más pequeño y sencillo de todos hasta estos grandes sumergibles han de luchar contra la descomunal presión que ejerce en ellos el agua.
Para contrarrestar la fuerza producida por el agua cuentan con los mejores diseños estructurales y las más resistentes aleaciones de acero, aún así y aunque parezca mentira, la presión es tan sumamente grande que el límite en la gran mayoría de ellos es de 250 metros de profundidad, cualquiera que ose sobrepasar esos límites sufre el riego de acabar aplastado como si de una lata de refresco se tratase.
Si comparamos la resistencia a la presión del ser humano con la de los submarinos modernos puede parecer que estos últimos juegan en otra liga, pero es posible que los siguientes datos nos hagan cambiar de opinión.
- Herbert Nitsch - 214 metros - Apnea sin límites (a pulmón)
- Pascal Bernabé - 330 metros - Equipo de buceo con trimix (mezcla de oxígeno, helio y nitrógeno)
- Theo Mavrostomos - 701 metros - Profundidad simulada en cámara de descompresión respirando hidrox (mezcla de hidrógeno y oxígeno)
Teniendo en cuenta que todo un submarino Clase Virginia de los Estados Unidos con un peso de unas 8.000 toneladas, más de 100 metros de eslora y con un coste aproximado de 3.200 millones de dólares es capaz de sumergirse tan sólo 250 metros, no me hago a la idea de cómo una persona puede llegar a soportar estos niveles de presión directamente en su cuerpo sin sufrir el más mínimo daño.
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